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  • Foto del escritorJosé Pablo García Roldán

Compromiso ESG: tiempo de acción y no de buenos gestos

Las estrategias en las que se generan “gestos amables” con el ambiente, con temáticas sociales, así como con la gobernanza y ética, pero sin generar acción, ya no tienen cabida en el entorno empresarial, y, más bien, se convierten en una amenaza para su reputación y rentabilidad.


Los criterios ESG cada día se valorizan más y son considerados por muchos expertos como los elementos que van a marcar la transformación de la economía en los próximos años.


Cada día que pasa, el entorno empresarial entiende la necesidad de ir adaptando su actividad a los criterios ESG, y lo más importante, es que sea una adaptación por convicción y no por obligación, o como popularmente se conoce, por mera estética.


Es en este punto de la conversación cuando el “compromiso” toma un papel protagónico. Porque sin compromiso nada de lo que se muestre en la estrategia tiene sentido.


Por el contrario, se convierte en un riesgo reputacional, porque expone a la empresa y la hace vulnerable al castigo de sus grupos de interés, poniendo en riesgo su licencia social para operar.

Grupos de interés más exigentes

Son tiempos en los que los grupos de interés son más exigentes con el cumplimiento de las políticas que profesan las empresas, sean estas, ambientales, sociales o de gobernanza. Ellos exigen acción, ya no es suficiente con los “buenos gestos”.


Por tanto, el compromiso con los criterios ESG debe ser verdadero y aceptado por todos, y ser gestionado desde lo más alto, para que se vea reflejado en la cultura corporativa y compartida por todos los colaboradores que representan a la empresa.


Por ejemplo, existen muchas empresas que toman peligrosos atajos y van por la ruta del greenwashing, en lugar de ejercer un verdadero compromiso con políticas de sostenibilidad.


Esto, además de ser un retroceso en lo avanzado, refiere a un fuerte castigo de sus grupos de interés, al ver frustradas sus expectativas depositadas en la empresa.


Definitivamente la cotización de los criterios ESG están al alza, inclusive, hoy son un factor muy relevante para que los inversores institucionales tomen sus decisiones de inversión.

Datos de un informe revelador

Un reciente informe de la prestigiosa firma EY, revela que los criterios ESG ya influyen en las decisiones del 90% de los inversores institucionales.


Inclusive, indica que, nueve de cada diez de los inversores institucionales contactados, toman sus decisiones de inversión tomando en cuenta el compromiso con los criterios ESG. Pero, posiblemente lo más impactante es que, revela que el 74% está dispuesto a desinvertir en empresas con historial ESG deficiente.


Y para poder comprobar que las empresas cuentan con la capacidad de cumplir con el compromiso ESG, los inversores están valorando algunos factores muy relevantes.


Tales como, que las empresas cuenten con un director de sostenibilidad con reporte directo al CEO y consejo directo (53%); contar con una cultura corporativa alineada a los objetivos ESG (52%); y el reporting independiente ESG (48%).


Finalmente, el informe publicado por EY revela que el 89% de los inversores desean que la presentación de informes ESG se fundamente en un conjunto de normas comunes internacionales.


Como hemos visto, la realidad del tejido empresarial urge de compromiso real para desarrollar acciones y no “buenos gestos”. Las empresas comienzan a entender que el futuro para su rentabilidad, ya no es ser la mejor empresa del mundo, sino, la mejor empresa para el mundo.


Vivimos en la economía de la reputación, por lo que estos criterios juegan un papel elemental para gestionar la credibilidad y confianza, en otras palabras, el capital reputacional.


Para ello, debemos de apoyarnos en herramientas como la comunicación corporativa. Los grupos de interés esperan una mayor visibilidad y notoriedad de una mayor cantidad de métricas no financieras, y así, comprender los riesgos sociales y medioambientales.


Pero, no se trata de divulgar balances y beneficios, sino de gestionar sentimientos y expectativas. La solución es hacer de nuestro compromiso el eje de nuestra comunicación, y demostrarlo día a día con acciones.


Hoy se esperan de las empresas, y también de sus líderes, compromisos auténticos, emocionales y honestos.


Artículo publicado en el medio de comunicación costarricense www.observador.cr

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